Valores como el respeto, la empatía, la responsabilidad, el esfuerzo y la alegría de compartir.
Y hoy, después de años acompañando a niños y adolescentes en viajes, siento que mi misión es transmitir eso mismo a través de experiencias reales.

Viajar con ellos no es solo una salida o una actividad.
Es una oportunidad para que descubran el mundo, pero sobre todo, para que se descubran a sí mismos.
Lejos de las pantallas, de lo conocido, de lo fácil… cerca de otros, del juego, del trabajo en equipo, del asombro.

Lo hago porque creo en los chicos.
Porque sé que necesitan espacios donde se sientan seguros para crecer, equivocarse, animarse, ser ellos mismos.
Y porque sé, también, que cada viaje es una semilla que queda sembrada para siempre.

Es una manera de educar a través de la vida.
Es el espacio donde mis valores se encuentran con el futuro de cada uno de ellos.